No es el más bonito, ni el más alto, ni el más famoso, pero
sí fue el primero. Y, claro, te acuerdas.
Como aquella chica hace años, muuuchos años, que le robaste
un beso, tu primer beso. Probablemente no ha sido el mejor beso. Y ella
probablemente no era la más guapa. A lo mejor no era ni guapa.
Pero te acuerdas de aquel beso. Te acuerdas a lo que sabía.
Te acuerdas a lo que olía y el suave tacto que tenía.
Después del Susten Pass vendrían otros, algunos con más
nombre, algunos imperdonables, Stelvio, San Gotardo, Galibier, pero te acuerdas
del Susten Pass. Con su glaciar, con sus paisajes, con sus sensuales curvas,
perdón, quise decir sinuosas.
Y el caso es que cómo llegar ahí sin pasar por otros, si es
hasta difícil. Pues sería el destino.
Estuvimos unos días turisteando por
Interlaken adonde llegamos desde el Norte. Y cuando decidimos que empezaban
realmente las etapas Alpinas, pues ahí estaba él el primero. El cartel arriba
del puerto hasta nos abroncó y nos dijo que por qué habíamos tardado tanto, así
que le tuve que prometer que volveríamos, para empezar el "8" por él,
que siempre será el primero.
Aquí está el "8":
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