miércoles, 26 de agosto de 2015

La Rivera francesa sin prisas


En un viaje te puedes volver loco con la planificación previa. Que si la ruta, que si no te puedes perder tal o cual cosa .... 
Conjugar la conducción en moto con el típico turisteo tiene su aquello. Pero, a veces, prescindir de lo segundo tiene todavía más "aquello"

En octubre del 2010 la mitad del equipo hacíamos prácticamente el rodaje de Caty, con buena compañía, eso sí, por la rivera francesa hasta San Remo en Italia.


Fue un viaje de lo más atípico. Lo hicimos sobre la marcha, sin planear nada, ni ruta, ni etapas, ni fecha de vuelta. Por no llevar planeado no llevábamos ni navegador ni mapas de carreteras. Mientras tuviéramos agua a nuestra derecha es que íbamos bien, siempre intentando estar lo más cerca del mar, aunque fueran calles de pequeñas poblaciones.

No preguntábamos en oficinas de turismo. No buscábamos en internet qué había que ver por la zona.
Si veíamos al pasar algo que nos interesaba, nos parábamos, si no parábamos porque no lo habíamos visto, pues es que no nos interesaba. Si se nos hacía de noche pues buscábamos dónde dormir, daba igual el sitio. Único objetivo: estar encima de la moto y darle gusto a los sentidos. 






Y en San Remo se conjuraron las nubes y dijimos que lo mismo había que volver, que no sabíamos ni los días que llevábamos, habíamos perdido la cuenta. Así que nos hicimos la vuelta en el día, por autovía y diluviando.

Pero en Perpignan había dejado de llover y nos dimos cuenta que teníamos ganas de más "no saber a dónde vamos", qué cosas. Que sólo había sido la lluvia la que nos había nublado un poco las ganas de conducir. 

Así que dejamos la autovía dirección Colliure, y volvimos a descubrir sinuosas carreteras de costa. Nos daba igual que ya no fuera azul, sino dorada, la única diferencia es que ahora estaba a la izquierda.

Y de Cadaqués a Roses probablemente nos equivocaríamos en cualquier cruce, y pensamos que los Pirineos también estaban bien para perderse entre carreteras comarcales.

Así que así fue como, ahora sí, se nos había gastado el tiempo que llevábamos guardado, entre puentes medievales en Besalú y los mejores pasteles artesanos que he comido nunca en Solsona.

Y caminito de Madrid y por la autovía, iba pensando en que para el siguiente viaje, tendría que planificar un poco más. ¿O quizás no?













sábado, 22 de agosto de 2015

El lago que quería ser alpino


Él quería ser Alpino, con todo lo que ello conllevaba.

Imaginaba que si fuera de verdad alpino, ganaría tanto glamur que hasta sus aguas serían saladas como las de Portofino.

Que desde las carreteras de sus riberas verían en sus aguas el reflejo de las montañas elegantes descapotables, conducidos por parejas de jóvenes con sus pañuelos de colores al cuello ondeando al viento.



Decía que se había quedado a medio camino, que su parte sur, por mucho que fuera de origen glaciar, se perdía en la llanura padana; y decía que su parte Norte ni siquiera estaba al norte de verdad, envidia trentina, aunque fuera un valle fluvial con escarpadas montañas que crecían en sus orillas.

Y no llegaba a darse cuenta que tenía lo mejor de ambos mundos. La antigua Roma sí lo supo y ya se bañaban en las orillas de Sirmione.



Con esos antecedentes nosotros quisimos bañarnos en su agua dulce y recorrer sus carreteras, que no eran Alpinas.

La lluvia nos había arruinado días antes varias etapas alpinas, de las de verdad, en Eslovenia y Dolomitas; y pensamos que aunque el lago de Garda decía que no era alpino, lo mismo nos resarcía por un día de no haber sentido de cerca los verdaderos Alpes. 



Y cuando salíamos de allí camino a Turín y de vuelta a casa, llevábamos la sensación de que sí habíamos pasado por los Alpes.

James Bond rodó y disparó desde sus orillas camino de la Strada della Forra. Winston Churchil dijo de esa carretera que era la octava maravilla del mundo. Mussolini rejuvenecía con su amante en torres venecianas a sus orillas, lugar de encuentro entre faunos y sirenas en la Punta de San Virgilio

Todo eso le contamos al lago de Garda cuando lo veíamos desde lo alto en Tremosine, por si se le había olvidado, pues él lo había vivido como espectador de primera fila


Y nos fuimos contentos porque la carretera de la garganta nos había hecho olvidar dolomitas y julianos.

Y nos fuimos contentos porque lo habíamos convencido, aunque sólo fuera un poquito, de que el Lago de Garda es un nombre conocido y respetado, deseado y visitado.

De que los cientos de motos, ciclistas y amantes alpinos que lo visitan lo hacen adrede y no están de paso.

Así que allí lo quedamos, sintiéndose un poco más alpino, aunque un trocito se vino con nosotros.




martes, 18 de agosto de 2015

El 1º del 8. Sustenpass


No es el más bonito, ni el más alto, ni el más famoso, pero sí fue el primero. Y, claro, te acuerdas.

Como aquella chica hace años, muuuchos años, que le robaste un beso, tu primer beso. Probablemente no ha sido el mejor beso. Y ella probablemente no era la más guapa. A lo mejor no era ni guapa.

Pero te acuerdas de aquel beso. Te acuerdas a lo que sabía. Te acuerdas a lo que olía y el suave tacto que tenía.



Después del Susten Pass vendrían otros, algunos con más nombre, algunos imperdonables, Stelvio, San Gotardo, Galibier, pero te acuerdas del Susten Pass. Con su glaciar, con sus paisajes, con sus sensuales curvas, perdón, quise decir sinuosas.




Y el caso es que cómo llegar ahí sin pasar por otros, si es hasta difícil. Pues sería el destino. 

Estuvimos unos días turisteando por Interlaken adonde llegamos desde el Norte. Y cuando decidimos que empezaban realmente las etapas Alpinas, pues ahí estaba él el primero. El cartel arriba del puerto hasta nos abroncó y nos dijo que por qué habíamos tardado tanto, así que le tuve que prometer que volveríamos, para empezar el "8" por él, que siempre será el primero.




Aquí está el "8":


lunes, 10 de agosto de 2015

Decadente seducción napolitana


Hay ciudades y ciudades, y Nápoles está en el grupo ese, junto con Oporto o La Habana, en el que son necesarias gafas especiales para verlas. Deberían regalarlas en las oficinas de turismo, gafaguías las llamaría. Disponibles en varios idiomas.


Sin ellas vas por la ciudad perdido. Ves gente loca conduciendo donde hay jóvenes napolitanos que se creen centauros en su motos

Sin ellas ves fachadas sin pintar cuando son viejos palacios de viejos nobles arruinados

Sólo ves edificios donde hay recuerdo a la resistencia antiborbónica, lugar para guardar memoria de rebeliones populares

Si te las pones en tu idioma, empiezas a buscar al Gran Capitán, al rey de las Dos Sicilias, a la más española de las italianas, a la más libertina de las beatas y a la más señora de todas las golfas.

Yo tampoco soy un fulano con la lágrima fácil, pero Sabina se olvidó de Nápoles.  Si quiso colarse en el traje de alguien, pocas ciudades le hubieran dado más opciones.


De una ciudad de la que se dice con orgullo: “Ver Nápoles, y después morir” yo me enamoré. La que sabe mentir y rezar, divertirse y pasarlas canutas, abandonarse y embellecerse.
Y al que no le guste siempre le quedará Disneyland


Sierras de Ronda y Grazalema


aquí al lado, sí, tenemos que ir.

Y al final han pasado los años y no íbamos.

Y los pueblos blancos han sido tan amables que han guardado su blancura para nosotros. Porque cuando hemos ido seguían igual de blancos que antes. Porque me lo han contado que yo no los había visto.

Qué amables ellos. Y qué blancos. Bueno, Júzcar no, ha cogido un color más ..... cómo diría yo ..... como más americano, allá ellos

Setenil nos arropó y nos dio de beber, Olvera posó, Grazalema nos cautivó, Ronda nos fascinó, Zahara se escondía desde el puerto de las Palomas, pero al final la encontramos a la vuelta, y en Ubrique saludamos a Quique.


Qué más se puede pedir, ah, sí, carreteras, de esas como para quedarse y olvidarse que hay que volver.





Hay otra Europa

Queríamos coger un ferry desde Italia a Montenegro, y las mejores opciones que teníamos era, o Dubrovnik en Croacia, o bien Durres en Albania. Nos decidimos por el de Albania, que sonaba más exótico; así de paso, conocíamos la capital Tirana, aunque el mismo día que desembarcábamos en Durres teníamos previsto dormir ya en Montenegro.





Craso error, al final tendremos que volver, algo tiene que haber en Albania que nos interese aunque no lo hayamos visto. 
Informándonos por Internet leemos algo de montañas, las vimos a nuestra derecha según íbamos al norte, y leemos algo de una costa abrupta y llena de fuertes, ni la vimos a nuestra izquierda según íbamos al norte.

Para rematar, la información de la zona de nuestro navegador era limitada y también se nos escapó el lago Skädar, llevándonos por Podgorica.

Pues eso, que habrá que volver, y con menos calor. El termómetro de la moto llegó a los 42.

En Albania hay gasolineras, hasta McBauman lo sabe. En Albania hay "washcars", eso sí lo ponen en inglés; y tiendas de neumáticos. Y cuando digo que los hay, no es que los haya como en todas partes, es que hay unos pocos cada pocos kilómetros. Unos días más tarde nos quedamos sin gasolina en Croacia y nos acordamos de Albania, jaja, que gracia.

Pero lo que sí hay en Albania es gente amable, que hablen en inglés no, pero amables sí. En un restaurante de carretera que paramos, cansados de 42 grados, cansados de carreteras rectas que no sabíamos a dónde llevaban, cansados de ver gasolineras y tiendas de neumáticos, el propietario del restaurante se hizo 30 kilómetros en su coche para ir a un pueblo cercano a comprar un mapa de carreteras. Mapa que luego no aceptó cobrarnos ni siquiera las cocacolas, que cayeron unas cuantas.

Y gracias al mapa gratis del amigo albano llegamos a Montenegro, pero eso será otra historia

¿Y en Tirana qué hay?

Pues en Tirana hay mezquitas, avenidas amplias y edificaciones estilo soviético. Todo muy feo, pero todo digno de ver.



En tirana hubo un dictador comunista que, en la época de la guerra fría, rompió relaciones con Rusia y China porque sus sistemas eran demasiado liberales, ahí es nada.

En Tirana hay un bulevar de la época de la ocupación italiana que Mussolini utilizaba para hacer sus grandes paradas militares




En Tirana y en Albania hay policía, mucha policía. Me llevo de recuerdo a las parejas de la policía montadas en el mismo escúter y al de un control de carretera que después de decirle que la E de la matrícula es de España, no de Estonia, se pone a cantar ¡¡¡ESPAÑA, ESPAÑA!!! como un hincha de fútbol.







Presentaciones

Hola motoadictos, no sé si debería decir traveladictos. Para nosotros esto segundo quizás sea lo más importante, aunque si juntamos las dos cosas .... es cuando se nos llena el alma y nos aplauden las orejas.

Somos Ro y Ber, dos "mototraveladictos" (el corrector se va a volver loco), y desde aquí compartiremos nuestras pequeñas anécdotas y experiencias de esas veces que vamos con el alma llena y las orejas aplaudiendo hasta debajo del casco.

Con que nos leas y nos entiendas de vez en cuando nos conformamos, y si también sientes en alguna ocasión lo que nosotros sintamos aunque sólo sea una milésima de segundo, entonces es que vamos por el buen camino.

Ah, se me olvidaba, nuestra incansable compañera que se porta como una leona, nuestra Caty, también saluda



Vssss