domingo, 17 de septiembre de 2017

Cervezas de trigo





Alguien me dijo alguna vez que para qué gastar el poco dinero que tenemos en viajes, con lo poco que duran, con lo caros que son.

Digo yo que pensaría que terminado el viaje, todo se habría acabado, y él ya no tendría ese dinero tan malamente gastado. Acaso no le quedaría nada, excepto unas pocas fotos borrosas y unos pocos vídeos movidos.

Y yo no supe qué responderle, o mejor dicho, en realidad sí lo sabía, pero me resultaba tan ardua y tan extensa la explicación, que me dio pereza. Tenía la sensación de que le hacía falta por lo menos un máster para entenderlo, y yo no tenía el doctorado universitario necesario para explicárselo

 Así que me quedé callado mientras asentía a su "medaigualdóndehayasestado" y a su "esqueyoconlosniños..."

En realidad me quedé callado pensando en un vaso de medio litro de cerveza de trigo en la plaza del mercado de Varsovia. 

Podía haberme acordado de Roma, de Nueva York o de Praga. De algún puerto de los alpes, de la ola de calor en Bosnia y Albania o de los cero grados en el Stelvio con ropa de verano. 

Sin embargo me acordé de aquella cena y aquel vaso de cerveza, y me acordé de Varsovia.

Y llegué a la conclusión de que sólo por aquella cerveza por unos pocos "lotis" había merecido la pena aquel viaje. En algún sitio estaba escrito que era en Varsovia dónde íbamos a descubrir esa cerveza